miércoles, 16 de marzo de 2011

Ha vuelto a ocurrir

Algunos años después he vuelto a revivir en la Final del Concurso de Agrupaciones la misma situación. Si hace años un concursante hizo que volaron las sillas por los aires, este año otro concursante se ensañó a patadas con otra silla. Otras cosas más me han contado, pero esas -aún creyéndolas,  ni las vi ni las oí y de ellas no quiero escribir. Pero lo de las sillas si lo presencie y a ello me referiré.


Nadie a estas alturas creo que me acuse de antifarruquista, tengo en esa chirigota muchos amigos e hijos de amigos a los que aprecio de verdad, tambien los tengo en los ennortaos, pero es una falacia que los farrukis y los ennortaos esten amatar como dice el Caballero; aunque haya algunos de un lado y de otro que sean capaces de destrozarse de una u otra manera me consta que tambien hay gente en el lado opuesto que son verdaderos amigos. Me estoy saliendo del tema, lo sé, así que vamos a lo que ibamos.

Nuestro concurso de agrupaciones es una vieja demanda de murguistas, comparsistas y chirigoteros y no fue fácil ponerlo en pie y crear las condiciones para su celebración, evidentemente lo sé de primera mano. Posiblemente cuando se gestó muchos de los que hoy se suban a las tablas fuesen sólo niños. Por eso me duele especialmente que comportamientos antisociales puedan degradarlo y con ello darle la razón a quienes por razones espurias quieren denigrar a nuestro concurso y a nuestro carnaval. No lo tienen fácil, pero hay quienes se empeñan en darles pequeños motivos.

El concurso es eso, un concurso, y en él se participa libre y voluntariamente y al inscribirse se aceptan las reglas que rigen el mismo y entre ellas está las de someterse al juicio de un jurado que, de acuerdo con el reglamento, dictamina quienes -siempre a su juicio- deben obtener los premios.

Claro está que la opinión del jurado no tiene por que coincidir con la de todos y cada uno de nosotros, pero el concurso está sometido a su decisión y en eso no hay nada que hablar.

El ejercicio de la libertad está siempre garantizado:

- Los concursantes tienen la libertad de participar, o de no hacerlo, hasta un segundo antes de su actuación, pero, si participan, no les queda otra que aceptar las normas que regulan el concurso y, por supuesto, la decisión del jurado.

- En la era de las comunicaciones cada cual dispone de numerosas redes sociales y modos de expresar su opinión, yo lo estoy haciendo en este blog.

- Incluso tenemos la libertad de aplaudir o silbar la decisión del jurado.

Pero nadie, absolutamente nadie, tiene la libertad de invadir la libertad de los demás. Nadie tiene derecho a emplearse a patadas con un mobiliario que es de todos. Nadie tiene el derecho de insultar a nadie porque no comparta su opinión.

Posiblemente alguien llegue a plantear la modificación del reglamento para sancionar estas conductas, pero sería erróneo -a mi parecer- establecer sanciones a las agrupaciones por actuaciones personales. Pero algo habrá que hacer. Tal vez sería bueno que las propias agrupaciones tomasen medidas en su seno.

Que nadie lo olvide el carnaval está para divertirnos, pero queremos divertirnos todos. Que nadie empañe a nadie un carnaval de ensueño.